UNIVERSIDAD MICHOACANA DE SAN NICOLAS DE
HIDALGO
FACULTAD DE PSICOLOGIA
PROFESOR: IRAAM MALDONADO
ALUMNA: MONSERRATH ALTAMIRANO AMEZCUA
INTRODUCCIÓN
La
memoria colectiva se manifiesta en las sociedades no sólo en la manera en la
que se señalan las fiestas, rituales y costumbres. Pero no lo hace encarnándose
en el individuo; su mecanismo es a través de la conformación de moldes de
comportamiento a los que cada uno de los sujetos sociales ha de ajustarse.
Estos estereotipos tienen tal fuerza que sirven de señales para indicar si
alguien pertenece o no a un grupo social.
Este
tema ha interesado no sólo a científicos sociales, sino a literatos. La
sociología, por parte de Maurice Halbwachs se enfocó en este aspecto y fue desarrollado
más tarde en el ámbito de la psicología por Pablo Fernández. En este breve
ensayo se expone una visión construida a partir de los textos La
memoria colectiva de
Hallbwachs (2004), El concepto de psicología colectiva de Fernández (2006), El
zoo humano de Morris
(1970) y Las ciudades invisibles de Calvino.
Cada
uno de estos autores aborda el tema desde perpectivas diferentes: la
sociológica, la psicológica, la biológica y la literaria, respectivamente.
Desmond Morris afirma que las formas, a las que se refiere Fernández, son
impulsadas por el desarrollo biológico del hombre, el cual lo lleva a formar
grupos pequeños y plenamente identificados.
Por
su parte, Maurice Hallbwachs presenta a la memoria colectiva como el sentido
perdurable de las actitudes sociales, como las costumbres que pasan de una
generación a otra, enriqueciéndose por el contexto, pero conservando su fondo.
De aquí parte Pablo Fernández para escribir su obra sobre la psicología
colectiva, en la que refiere cómo la memoria colectiva permanece a través de
formas que influyen en el comportamiento individual y en su sentido de
pertenencia.
Finalmente,
Italo Calvino, en su colección de relatos, evidencia la imposibilidad del
individuo de sustraerse a ellas, por ser tan sutiles, casi imperceptibles para
quienes no han estudiado el tema como los autores anteriores.
En
su libro Las ciudades invisibles,
Italo Calvino muestra que la ciudad es el espacio físico en el que se
desarrollan las más diversas relaciones entre los individuos. De esta manera,
las ciudades pueden parecer diferentes debido a sus edificios, monumentos y
avenidas, pero son iguales en cuanto a que contienen las mismas maneras en las
que las personas se comportan; aun cuando parezcan distintas por el toque
personal o social, característico de cada ciudad, en esencia son lo mismo,
cumplen igual función.
El
individuo se comporta de acuerdo a ciertas formas preestablecidas, en las que
él no estuvo precisamente de acuerdo; sencillamente porque son antiguas, pero
aceptadas para funcionar como marco en el que sucede su comportamiento cuando
entra en relación con los demás. No obstante, dicho marco no es tan rígido que
le impida manifestar aspectos propios de su personalidad. Puede decirse que
estas formas sociales no son exclusivamente limitantes, sino que actúan como
punto de partida del que las personas manifiestan sus actitudes reprimiendo
aspectos de su personalidad y asumiendo otros que no les son precisamente
propios. Es decir, en ocasiones un individuo intolerante tiene que mostrarse
amable, aunque no lo sea, o teniendo una emoción como la ira, debe adecuarse a
una situación en la que tenga que portarse con amabilidad.
El
origen de las diversas formas puede no corresponder a la época en la que vive
quien se desenvuelve en ellas, ni siquiera en su estatus social. Desmond Morris
(1970, p. 28) señala actitudes e incluso maneras de vestir asumidas por la gran
mayoría para aparentar pertenecer a un grupo al que consideran con cierto poder
o prestigio. Esto sucede también con las actitudes, la manera de hablar o de
moverse para sentirse parte de algo.
Una
manera de entender a la sociedad es estudiando las formas que ha desarrollado a
través del tiempo para mantener su coherencia. Es así que la búsqueda de
pertenencia de cada uno de sus miembros culmina cuando se adecúa al
comportamiento de los demás. Según Fernández (2006), las personas no tienen
gestos, ni pensamientos propios, sino producto de la memoria colectiva que
dicta cómo comportarse en cada situación, de acuerdo a lo establecido.
La
memoria colectiva va delimitando las características que deben asumirse en
determinados contextos; la particularidad del individuo está inmersa en las
condiciones fijadas por ella. Comportarse de manera diferente sería romper el
equilibrio, la estética, que no se refiere precisamente a lo bello, sino al
orden, y, de esta manera, sentir que no se pertenece.
De
alguna manera las situaciones que se viven hacen recordar a los sujetos que
tienen que actuar de cierto modo; así como los recuerdos de experiencias
personales pueden ser rememorados colectivamente cómo cuando se reúnen viejos
amigos y los recuerdos son enriquecidos y confrontados para adquirir alguna
regularidad que servirá de molde para comportamientos sucesivos.
Las
cosas que se viven no siempre se olvidan, porque en realidad nunca se viven en
soledad y la sociedad misma tiene mecanismos para hacerlos recordar, incluso
situaciones que no se vivieron personalmente, pero a las que se tiene que
conformar cada uno. Por ejemplo, entre países existen rivalidades añejas que
alguien pudo no vivir, pero la rivalidad es asumida en su comportamiento, como
los casos tan importantes como el de Francia y Alemania por territorios, el de
los mismos alemanes con los judíos o el de México y Estados Unidos.
REFERENCIAS
Calvino, I. (2010). Las ciudades invisibles. España: Siruela.
Fernández Christlieb, P. (2006). El concepto de psicología
colectiva. México: UNAM.
Hallbwachs, M. (2004). La memoria colectiva. España: Prensa Universitaria de Zaragoza.
Morris, D. (1970). El zoo humano. España: Plaza & Janes.
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